«Juan Amorós, que así se llamaba el campesino [de Sidamón], en 1190 regresaba del molino de Balaguer a su casa con una mula cargada con un saco de harina. Al pasar por cerca del lugar donde después hubo el convento, sorprendióle de noche una deshecha tempestad. A la luz del relampaguear vió Amorós que la caballería, dejado el camino, estaba atollada en un lodazal, que por momentos iba llenando el agua de la tempestad. En tan apretados apuros el campesino acudió con fervorosa oración a la Virgen. De súbito, cesó la tormenta, el cielo se serenó y de nuevo la luna iluminó el campo. Aparece por aquel camino una venerable mujer con un niño, la que consuela a Juan y acercándose a la bestia manda al campesino cortar la sogas que ataban el saco a la caballería, y luego, sacada ésta del lodazal, la mujer ayuda a Amorós a cargar de nuevo su saco enjuto como antes de llover. Toma la mujer las sogas cortada y éstas, al pasar por sus manos, quedan unidas como antes. Ata Juan su saco, y dadas las gracias a la caritativa mujer, sigue su camino. Mas muy pronto, vuelto en sí del estupor que hasta entonces le ocultara quién fuera aquella mujer, reconoce los prodigios obrados y abandonando la mula corre tras de la que tanto le favoreció. Alcanzada, reverente coge la punta de su mano, e hincadas las rodillas en tierra, le suplica revelarle quién es. La mujer le manifiesta que la Madre de Dios, y el niño su Hijo divino, y le manda que vaya al vecino Bellvís y anuncie y publique la visión y su voluntad de ser allí venerada para dispensar favores a sus devotos. Para testigo perenne de la misión de Amorós, la Virgen tocó la mejilla izquierda del campesino y en ella dejó marcada en impresión resplandeciente la forma de sus dedos, impresión que duró por cuánto la vida de Amorós.
Divulgóse la nueva muy presto por la comarca, y los pueblos acudieron a porfía a venerar el lugar de la aparición, y a elevar desde allí oraciones fervientes a la Madre de Dios. Mediante otros prodigios, esta Señora manifestó a Amorós su deseo que en el cerrito próximo al indicado lugar se levantara un templo, y al llegar a este lugar en procesión el pueblo halló una hermosa imagen de María, que no es otra que la venerada hasta hoy con el título de les Sogues, en memoria de las cortadas que con su solo contacto unió aquella divina Señora».
1906. Santuari de la Mare de Déu de les Sogues, Bellvís (el Pla d'Urgell). Las casas de religiosos en Cataluña, Gaietà Barraquer. Plànol del Santuari i convent bellvisenc. |